Hace quince días vi un estupendo reportaje en Cuatro. ‘Pobre clase media’, nueva entrega del programa REC, buceó en casi todos los sitios para trazar un perfil certero del nuevo pobre, ese que hasta hace poco tenía trabajo, piso (más bien hipoteca) y una vida por delante y al que ahora sólo le quedan deudas y vergüenza. Me gustó porque desmonta tópicos y acerca en la desgracia a los de siempre con los nuevos. No es que me alegre. Pero es casi una lección de humildad saber que a cualquiera nos puede pasar, que nadie se libra. Contribuye a mirar y entender de otra manera realidades que antes nos parecían lejanas, casi imposibles en nuestro entorno. Quizás por eso, una de las palabras que más oí durante el reportaje fue vergüenza. Por tener que ir al banco de alimentos a llenar el carro o a comer a un comedor de Cáritas, por pedir un trabajo de lo que sea, por mirar en las tiendas de segunda mano, etc.
Y, sobre todo, me asusté con la afirmación de Sebastián Brenes, secretario general de Cáritas: «Seguro que dentro de dos años no te digo que hemos atendido a 1.600.000 personas porque estamos ya muy cerca de nuestra propia capacidad de estiramiento». Es decir, que el grifo de la solidaridad empieza también a secarse. En fin, no os perdáis el reportaje porque merece la pena y esperemos que 2011 sea mejor.